Dejar que el viento te despeine, te alivie, te llene la boca y el cuerpo de risa. Volverse liviano con los pies en la tierra. Un permiso de libertad.

Habitar lo desconocido, la periferia de la zona de confort. Tomar riesgos desde el amor. Salir a escena y desde el presente habitar el no tiempo. Respirar, volver a respirar y dejar que suceda.

Bailar la escena conectada contigo y los demás. Seducir y escuchar al público, oscilando entre el éxito y el fracaso. Ofrecerse honesto con la emoción en los ojos y en cada rincón del cuerpo. Transformar la emoción en material escénico. Abrazar. Jugar. Una manera de estar en el mundo desde la luz. Salvarse.